MINERALES

Indispensables para la vida

El cuerpo humano contiene unos 25 mine­rales esenciales, elementos químicos que se encuentran principalmente en la materia inorgánica (o inanimada) pero que también están presentes en pequeñas proporciones en los seres vivos. Nuestro organismo los necesita en cantidades mínimas para

funcionar adecuadamente, así que una ali­mentación muy escasa en cualquiera de ellos, o cualquier factor que impida su ab­sorción en las células del cuerpo, puede provocar una enfermedad por deficiencia y a la larga la muerte.

Algunos minerales están presentes en el organismo en mayor proporción que otros. El fósforo constituye casi 1,5% (po­co más de 1 kg) de la masa corporal de un adulto sano de 70 kg de peso, principal­mente en huesos y dentadura, y cada tres años se renueva el contenido total de esemineral en el organismo. El calcio repre­senta casi 2% del peso corporal, y también se halla en los huesos y los dientes.

El hierro sólo forma 0,006% del peso del cuerpo, es decir, casi 4,2 g de la masa de un adulto de 70 kg. No obstante, es indis­pensable para vivir: casi la mitad del conte­nido total de hierro del organismo se en­cuentra en la hemoglobina de los glóbulos rojos de la sangre, sustancia que ayuda a transportar oxígeno de los pulmones a los demás tejidos del cuerpo y cuya deficien­cia causa ANEMIA. Allí la hemoglobina for‑

mas enlaces con la glucosa y con otras sus­tancias energéticas para activar los proce­sos metabólicos vitales.

Además de los minerales primarios, nuestro organismo requiere otros minera­les en cantidades aún menores: los oligo­elementos o minerales secundarios (vea las tablas de las pp. 238 y 239).

El requerimiento de cada mineral varía según la edad de la persona y otros facto­res. Por ejemplo, los niños que se acercan a la pubertad necesitan más calcio que los adultos: las mujeres requieren más hierro que los hombres, y las embarazadas y las que amamantan a sus bebés necesitan am­bos minerales en mayor cantidad que el común de la gente.

Algunos minerales, en particular el so­dio, pueden provocar trastornos si se in­gieren en exceso. Muchos médicos consi­deran que el exceso de sodio (sobre todo en forma de cloruro de sodio o sal común) puede ocasionar HIPERTENSIÓN en algunas personas, así que aconsejan no agregar sal a la comida. Lamentablemente, muchos ali­mentos procesados contienen sal en forma disfrazada, por lo que resulta difícil regular su consumo. Una medida al respecto es leer la etiqueta de los productos y no ad­quirir los que contengan sal, glutamato mo nosódico o cualquier otro aditivo elabora­do con sodio.

Llevar una dieta sana y equilibrada es la mejor manera de proporcionar al cuerpo los minerales que requiere, pero si aparecen síntomas de alguna deficiencia, es preferible consultar a un médico o un nutricionista.

Hay varios factores que pueden afectar la absorción de los minerales. Uno de ellos es el tipo de alimentos: por ejemplo, nuestro organismo asimila en mayor proporción el hierro de la carne que el de las verduras.

Otro factor es la interacción de los distin­tos nutrientes en el tubo digestivo: por ejemplo, la vitamina C de las frutas y las verduras frescas ayuda a absorber el hierro, mientras que los taninos del té tie­nen el efecto contrario. Comer mucho sal­vado (vea FIBRA) reduce la absorción de varios minerales, entre ellos el cinc y el cal­cio, y la deficiencia de vitamina D impide la asimilación de este último.

En general, los alimentos refinados pier­den muchos de sus minerales en el proce­so de elaboración, sobre todo potasio, cromo y selenio. Las harinas y los cereales de marca comercial contienen muy poco calcio y casi nada de hierro, así que es re­comendable consumir aquellos que estén enriquecidos con éstos y otros minerales.