DISLEXIA

Se llama dislexia a la dificultad de reconocer letras y palabras durante el aprendizaje de la lectura y la escritura, un problema que afecta en alguna medida a una de cada 10 personas y en forma rotunda a una de cada 25, en su gran mayoría niños de edad escolar. Dicha dificultad no indica forzosamente retraso mental ni anomalías del oído o la vista, sino un desarrollo insuficiente de la capacidad de organizar e interpretar la información que llega al cerebro a través de los sentidos.

Por lo común la dislexia se diagnostica hacia los 5 o 6 años de edad, cuando los maestros advierten que el niño tiene dificultad para aprender a leer. Una señal del trastorno es que el pequeño no puede memorizar secuencias, como el orden de los días de la semana o de los meses del año; además, le cuesta trabajo distinguir los diferentes sonidos del habla y confunde las letras que se parecen, como la d y la b.

En ocasiones la dislexia se acompaña de discalculia, o dificultad para aprender números. Tambien se necesita apoyo a padres de niños disléxicos, así como tratamiento correctivo cuando el problema de aprendizaje se acompaña de deficiencias auditivas o visuales.

También se puede recurrir a maestros de educación especial que proporcionan terapias a domicilio a los niños que sufren de dislexia.

La consulta El plan de tratamiento depende en buena medida del grado de incapacidad del menor. Los niños disléxicos requieren un programa de enseñanza cuidadosamente diseñado, que incluya ejercicios de coordinación visomotora y lecciones especiales sobre la estructura de las palabras.

Lo que los terapeutas aconsejan

Osteopatía Algunos osteópatas aseguran haber ayudado a niños y niñas disléxicos que además padecían trastornos menores de la columna vertebral.

El punto de vista ortodoxo

Aunque no es su especialidad, el médico general puede proporcionar orientación 27 en lugar de 72 al escribir su domicilio. Ambos problemas duran toda la vida, pero en la actualidad se cuenta con muchos recursos para ayudar a los disléxicos a sobrellevarlos y a veces a superarlos, al menos en parte.

Antes de dar por sentado que se trata de dislexia, es importante comprobar que la vista y el oído del niño funcionen normalmente, ya que la dificultad para aprender podría radicar en un trastorno auditivo o visual corregible.

En busca del terapeuta adecuado En primer término, hay que acudir a la escuela del niño para averiguar si allí proporcionan tratamiento de problemas de aprendizaje; en caso contrario, hay que solicitar a las autoridades de la escuela información sobre los servicios de educación especial de la localidad. Otra opción es consultar al pediatra del niño, que tal vez pueda poner en contacto a la familia con algún psicólogo educativo, pedagogo o especialista en problemas de aprendizaje.

En nuestro país hay diversas instituciones públicas y privadas que proporcionan ayuda a niños disléxicos.

Se puede escribir o acudir, por ejemplo, a cualquier instituto especializado, ya sea privado o estatal.