Riesgos en el trabajo

Prevencion de riesgos en oficinas y fabricas

Oficinas y fábricas Los espacios cerrados en que suelen laborar los trabajadores de oficinas y fábricas plantean diversos riesgos para su bienestar y su salud. Los factores de riesgo incluyen ciertos materiales de aislamiento de los edificios, el humo del cigarrillo, la mala ventilación, la luz eléctrica, las temperaturas extremas, la sequedad excesiva del aire, la presencia de polen, virus, bacterias y hongos, y los vapores tóxicos producidos por líquidos correctores de mecanografía, pegamentos, pinturas, procesos industriales e incluso algunas fotocopiadoras.
Entre las molestias más frecuentes que se producen en malas condiciones de trabajo se cuentan mareo, dolor de cabeza, CANSANCIO VISUAL, irritaciones de la piel, padecimientos alérgicos, trastornos respiratorios, RESFRIADOS, ESTRÉS Y CANSANCIO. En los edificios cuyo sistema de aire acondicionado no se limpia con la regularidad debida puede propagarse una forma de PULMONÍA conocida como enfermedad de los legionarios, producida por una bacteria (Legionella pneumophila) que prolifera en aguas estancadas.

Qué hacer La ley obliga a las empresas a propiciar un ambiente de trabajo que suponga el mínimo de riesgo para la salud de los empleados. Ello incluye favorecer una ventilación apropiada, ofrecer medios de protección contra el ruido excesivo, seguir estrictas normas de seguridad y elaborar manuales de procedimiento en lo que se refiere al manejo de maquinaria y sustancias tóxicas.
Hay que comunicar a la persona responsable cualquier riesgo que se descubra, así como toda falta de cumplimiento de las normas de seguridad. Si con ello no se obtiene resultado, será necesario acudir a las autoridades correspondientes.
Un factor que con frecuencia está en manos del propio individuo es la iluminación. Para reducir el cansancio visual, no hay nada mejor que la luz natural. Si sólo se dispone de iluminación eléctrica, las lámparas incandescentes son preferibles a las fluorescentes. Cuando estas últimas son inevitables, conviene prescindir de los tubos comunes, cuyo parpadeo provoca dolor de cabeza, cansancio visual y defectos de percepción, y usar tubos de amplio espectro, que tienen un parpadeo más rápido e imperceptible.
Cada vez hay más pruebas sobre el hecho de que inhalar el humo producido por los fumadores con quienes se convive tiene las mismas consecuencias que el propio TABAQUISMO. Parte del humo que exhalan los fumadores aún contiene alquitrán y otras sustancias cancerígenas.
Si el humo del cigarrillo llega a ser un grave problema, hay que solicitar a la persona competente que especifique las zonas en que está prohibido fumar. Si no es posible delimitar zonas de fumar y de no fumar, conviene ocupar un lugar próximo a una ventana o recurrir a un ventilador portátil.

Pantallas luminosas Aunque todavía se discuten los efectos nocivos que puede tener la radiación electromagnética producida por las pantallas de computadoras y procesadoras de palabras, se sabe que las mujeres embarazadas que trabajan muchas horas frente a ellas tienen mayor riesgo de aborto espontáneo. La Organización Mundial de la Salud considera que se trata de aparatos peligrosos, y actualmente la Comunidad Europea elabora normas para regular su empleo; es probable que fije límites al tiempo de exposición y distancias mínimas entre una pantalla y otra.
Algunas de las molestias asociadas con el trabajo constante frente a una pantalla luminosa son cansancio visual, rigidez muscular, DOLOR DE ESPALDA y tensión en los tendones de brazos y manos.
Qué hacer Si se trabaja en un recinto con varias pantallas, se debe comprobar que éstas sólo emitan radiación de baja intensidad, y que se encuentren por lo menos a 1 m de distancia entre sí. Hay que ajustar la posición y la altura del asiento y de la pantalla de la manera más cómoda posible. Los reflejos de la pantalla pueden atenuarse con luz indirecta, una malla especial o colocando la pantalla en ángulo recto con una ventana. Conviene descansar al menos 15 minutos cada dos horas de trabajo.

Sustancias peligrosas Las personas dedicadas a la manipulación de ácidos y otras sustancias cáusticas pueden contraer una amplia gama de padecimientos cutáneos que van desde el ECCEMA hasta el cáncer de piel. La inhalación constante de vapores o polvos que contienen partículas de asbesto, carbón, antracita o sílice puede conducir con el tiempo a la neumoconiosis, una afección respiratoria que se manifiesta con síntomas parecidos a los de la pulmonía como tos persistente y dificultad para respirar.
La exposición a algunos derivados del petróleo, colorantes, rayos X, materiales radiactivos y ciertos ingredientes de pinturas, pegamentos y plásticos puede provocar leucemia y otras formas de cáncer. Por su parte, el contacto con metales pesados, como el plomo, el cadmio y el mercurio, puede hacer que éstos se acumulen en el organismo y acaben por producir lesiones cerebrales y neurológicas de graves consecuencias.
Qué hacer En términos ideales, la mejor medida de prevención es evitar el contacto con las sustancias nocivas, pero en la realidad esto no siempre es posible, y en ese caso convendrá utilizar la ropa y el equipo de protección adecuados (como anteojos, guantes y mascarillas), seguir escrupulosamente las normas de seguridad referentes al manejo de las sustancias y comprobar que la empresa donde se trabaje observe los reglamentos correspondientes.
Conviene asimismo someterse regularmente a exámenes médicos que incluyan análisis sanguíneos. En el caso de quienes trabajan con materiales radiactivos, hay que llevar un registro de la cantidad de radiación que se recibe y comprobar que no exceda el límite permitido de entre 500 y 5.000 microsieverts al año.