RABDOMANCIA

Una singular técnica de diagnóstico
En la década de 1920, un sacerdote misionero francés, el padre Abbé Mermet, se propuso utilizar el antiguo arte de la rabdomancia (del griego rhabdos, "vara", y manteia, "adivinación") con fines diagnósticos. En su opinión, si los rabdomantes o zahoríes podían detectar la presencia de aguas en el subsuelo y determinar su potabilidad o frescura con ayuda de una vara, nada impedía a los curanderos localizar los órganos enfermos o deficientes de las personas por los mismos medios.
Mermet estaba intrigado por los relatos de rabdomantes medievales sobre corrientes subterráneas malsanas, portadoras de una fuerza negativa que hacía enfermar a quienes vivían sobre ellas, pero que podía neutralizarse clavando en el suelo las varas adivinatorias.
Para realizar su oficio, los zahoríes usaban varas y horquillas de avellano, pero a veces empleaban un péndulo sostenido por un hilo de seda. Este último instrumento fue el elegido por Mermet para su técnica de adivinación médica, a la que llamó radiestesia y de la cual hizo demostraciones en varios hospitales de Francia.

La precisión de Mermet para indicar las causas de las enfermedades sorprendió a sus contemporáneos, y rodeó de repentina fama y respetabilidad a su técnica. En 1936 Mermet publicó sus descubrimientos en Principios y práctica de la radiestesia, e incluso recibió una bendición papal por sus logros.
El principio de Mermet era que todas las sustancias, incluidas las que integran el cuerpo humano, emiten radiaciones buenas y malas que pueden detectarse e identificarse, tal como un receptor capta las ondas de radio.
Los practicantes de esta forma de adivinación sostienen el péndulo sobre un mechón de pelo, recortes de uñas o una muestra de sangre del enfermo, y hacen preguntas en voz alta. Los movimientos del péndulo se interpretan como respuestas afirmativas o negativas, según su dirección, y con base en ellos se formula un diagnóstico y se prescribe un tratamiento vegetal, homeopático o de otra índole.
El punto de vista ortodoxo
Como no hay pruebas de que el cuerpo humano emita radiaciones que puedan considerarse buenas o malas, y menos aún de que un péndulo pueda captarlas, la rabdomancia con fines diagnósticos es inaceptable para la medicina científica.